Un día que es marcado porque un grupo de personas hace historia siempre inspira, las ideas fluyen, el pasado resurge y de nuevo el futuro nos emociona. Pero lo único que vale hoy por hoy es reconocer y aplaudir el excelente logro de los nuevos “niños héroes”, y es que muchos los llaman así, pero al final éstos jóvenes sólo son el resultado de trabajo, mucho cerebro, corazón y un poco más… El logro se concluyó de manera muy positiva, pues desembocó nada más y nada menos que en un título Mundial.
Ni el mejor sueño se le acerca a lo vivido el 10 de julio en el Azteca y bien es cierto que hay una historia que marcó en 2005 a las divisiones inferiores de la Selección Mexicana, pero el 2011 tiene ingredientes supremos pues el Mundial fue en casa, la batalla final se jugó en el pletórico e histórico Estadio Azteca, millones de aficionados atentos al juego; y mejor aún el recuerdo de la grandiosa semifinal contra los Germanos y esa demostración de pundonor, pasión e ímpetu en el bello deporte que es el futbol. Y es que al final eso es lo que vale, la calidad es importante pero la convicción y el amor por la profesión te lleva a la cumbre.
Hoy me queda claro que los sueños se cumplen, no de la nada ni por cuestiones mágicas sino por el trabajo, así 21 muchachos y su cuerpo técnico son los campeones, ellos lo deben festejar.
Finalmente, solo queda dar las gracias porque éstas emociones no suceden diario y nuestro país es mucho más que futbol ¡si! y los males que lo aquejan son más preocupantes que todo ¡sí!, pero un título Mundial sub-17 es una alegría que hace olvidar un poco todos los problemas y se vale disfrutarlo.
¡Gracias Muchachos! .